En la acción poética 'escogida-escritura' la autora confronta el movimiento motriz de escoger lentejas (las manos de su abuela a través de soporte visual) con el de escribir sueños propios en un papel, que luego introduce en una pequeña pecera con agua; dotando ambos gestos de una categoría ritual, donde tanto la escogida como la escritura se nutren de una sucesión mecánica de signos-símbolos que necesitan de un proceso de interpretación. Un ademán diverso entre sí que confluye en un vínculo afectivo de saberes, otorgando a las lentejas el papel de testimonio oral (su abuela no sabe leer ni escribir) frente al testimonio escrito de su acción.
Performances, videos, música y otros soportes visuales confluyen en este encuentro que en su esencia se ciñe fundamentalmente al tiempo, el cuerpo y el espacio, y en donde el arte se representa así mismo a través del cuerpo de los propios artistas, bien desde el punto de vista real o metafórico.