domingo, 10 de abril de 2011

Ausencias...

Me noto a veces ausente del lugar desde donde hablo.
Marguerite Duras

Después de un año inaugurada la exposición Corpus de Ausencia, todavía abro libros al azar y encuentro citas subrayadas, envolventes de ausencias: “Este es el punto: cuando la separación no separa; cuando se vivifica la ausencia rescatándola del silencio, de la inmovilidad. En el asalto del amor sobre la nada. Mi voz rechaza la muerte; mi muerte; tú muerte; mi voz es mi otro. Yo escribo y tú no estás muerto. Si escribo, el otro está a salvo.”; relata Hélène Cixous. Y hecho de menos los ojos de las piedras, enarbolando saberes invisibles, la infancia inconsciente, la curiosidad juvenil, la voz de tu risa respondiendo siempre a mis llamadas interpectivas…

Desnuda la muerte, no hallo cuerpos que se busquen porque, como dice la filósofa Jeanne Hersch: “En lo real, el adiós se encuentra por todas partes. Todo es mortal; incluso el todo.” Ni tan siquiera, en la extensión que va del cielo a tus ojos, busco ya respuestas que no sean las propias de la alineación de las estrellas. Así Hersch continúa; reiterativa: “Presencia o ausencia, recuerdo-sueño o realidad, diferencia absoluta. Y sin embargo, ¿qué importancia?
Durar: ¿qué importancia?
Y durar para siempre: ¿qué presencia?”

Hoy solo queda un libro, una publicación en recuerdo de un ser amado; en (des)memoria propia desdibujada por el tiempo. Lo lingüístico y lo visual se adormecen. La acción poética sueña. Un antes cierra páginas en blanco. Como el que narra Pascal Quignard en La lección de música: “Antes de que mudásemos en ausencia del tiempo. Antes de que mudásemos en ausencia del lenguaje. Antes de que mudásemos en ausencia del espacio. Antes de que mudásemos en ausencia del cuerpo.”

Un ahora alimenta (im)posibles por avivar otros acontecimientos. Habrá que esperar la muda precisa.



M. Nieves Cáceres